Nuestra creencia favorita




Interlocutor: Has mencionado la libertad de vivir en la consciencia de un modo ilimitado, ¿cómo se concreta esto?
   
Francis Lucille: Cuando hablo de la libertad de ser conscientemente la consciencia, me refiero a la libertad, como tal consciencia, de identificarme o no con el cuerpo/mente. 

Si digo que yo como persona limitada tengo la libertad de elegir ser la consciencia universal, esto implica que nuestro estado natural, nuestro estado normal, es ser una persona; y que para ser la consciencia universal tenemos que hacer un esfuerzo especial, que ser la consciencia universal es un estado artificial que tenemos que crear y superponer. Dado que es un estado, tendrá un comienzo y un fin. 

Pero yo estoy diciendo justo lo opuesto. Nuestro estado normal, nuestro estado natural, es la consciencia infinita, y sobre este estado normal, que es libertad, superponemos la creencia en una existencia limitada.
   
Sólo la consciencia tiene libertad y solo la consciencia puede elegir entre ser limitada o ilimitada. Pero la consciencia limitada, al carecer de libertad, no puede elegir convertirse en la consciencia ilimitada. 

Por lo tanto te sugiero que adoptes la posición de la consciencia ilimitada y desde esta posición dejes de elegir ser la consciencia limitada, como hacemos siempre que volvemos a enamoramos de nuestra creencia favorita: ser una entidad limitada por el espacio y el tiempo.

(Pasaje extraído del libro “Verdad Amor Belleza”) Disponible en Amazon.

La intensidad del deseo por el Ser



Interlocutor: Quisiera saber si una persona que no hubiera realizado el Ser y que tuviera demencia senil o un Alzhéimer seguiría teniendo alguna oportunidad para realizar el Ser?

Francis Lucille: Sí.

I: ¿No depende de una mente clara?

FL: Si hay objeciones muy agudas en relación a la universalidad de la consciencia, objeciones a nivel mental, se necesita una inteligencia muy aguda para deshacerlas. Pero si no hay inteligencia aguda no pueden existir objeciones agudas. 

Es por esta razón por la que las facultades mentales no son un elemento que permita predecir una realización espiritual. No está ligado a esto, está ligado únicamente a la intensidad del deseo por el Ser. Un espíritu muy simple con un deseo por el Ser muy intenso lo realizará más rápidamente que un espíritu muy inteligente, en el sentido ordinario de la palabra, pero con un deseo débil.

Esto es verdad a todos los niveles, a medida que las facultades mentales decrecen la fuerza de las objeciones también lo hace. 

Es un poco diferente para la enseñanza que hace que no todo el mundo esté preparado para enseñar aunque haya realizado el Ser.

Lo que es verdad a nivel de la realización espiritual no tiene porque ser necesariamente verdadero a nivel de la enseñanza. Un maestro que padeciera Alzhéimer no podría responder a las preguntas de los buscadores de la verdad, no podría ayudarles en este plano, no podría aclarar preguntas; pero podría seguir irradiando con su presencia. 

Si en un cierto momento no queda más que la intención que nos lleva hacia el Ser, la realización sobreviene.

En la tradición de la India hay lo que llaman “videhamukti” que es la liberación en el momento de la muerte; momento en que, por supuesto, las facultades mentales se debilitan como la llama de una vela que tintinea. Si la intención subsiste, el buscador de verdad puede realizar el Ser en ese momento.

I: Para llegar a esto, supongo que la intensidad interior debe ser muy fuerte.

FL: Sí, es un momento en el que las cosas se simplifican mucho y se tiene tendencia a ir a lo esencial.

(Pasaje del Encuentro de Diciembre de 2012. Disponible en “Descargas”).

Fluir con el Tao (sub. español)




SUBTÍTULOS EN ESPAÑOL (Si no aparecen hacer clic en el icono "subtítulos" situado abajo a la derecha)

Francis explica la distinción que hay que hacer entre culpabilidad y responsabilidad. Y cómo en ausencia de una entidad separada las acciones o no acciones son armoniosas con el fluir universal.

Vídeo original "Flowing With The Tao": https://www.youtube.com/watch?v=kJ8W-0Ue5I0

La necesidad no puede ser la causa de la ignorancia



Interlocutor: Me gustaría de que hablases de la fuerza de la necesidad, cómo nos hace identificar, cómo nos identifica.

Francis Lucille: Pero no es la necesidad lo que hace que nos identifiquemos. Por ejemplo, la existencia de la gravedad es una necesidad, si dejo este objeto es necesario que caiga; y el hecho de que yo sea el testigo de una necesidad no implica la ignorancia, que es el hecho de creer que la consciencia es limitada y separada. 

La ignorancia se refiere a la consciencia, la necesidad se refiere a los objetos que aparecen en la consciencia. Así que no hay relación alguna entre la necesidad y la consciencia, y entonces no hay relación alguna entre la necesidad y la ignorancia. La necesidad no puede ser la causa de la ignorancia puesto que la necesidad es relativa a los objetos y la ignorancia es relativa a la consciencia. 

En otras palabras y, para tomar el ejemplo que acabas de citar, el hecho de que el cuerpo necesite alimentarse no tiene nada que ver con la pregunta: ¿es que la consciencia que percibe este cuerpo es limitada o no? La ignorancia está hecha precisamente de la creencia de que la consciencia es limitada y no tiene nada que ver con el hecho de que el cuerpo este sometido a necesidades, puesto que la consciencia no está sometida a necesidad alguna de las que está sometido el cuerpo. 

En otras palabras, soy completamente libre de creer o no que la consciencia está sometida a las necesidades a las cuales está sometido el cuerpo. Si creo que la consciencia está sometida al cuerpo entonces seguro la consciencia estará sometida a las necesidades a las que está sometido el cuerpo; pero esa creencia de que la consciencia está sometida al cuerpo es una religión, es la religión de la ignorancia, es una creencia gratuita en el sentido de que no reposa sobre hecho alguno.

I: Es que eso que quiero expresar no me resulta fácil, porque es como en el camino inverso, en el sentido de la percepción que la necesidad apega a la identificación.

FL: ¿La necesidad trae la identificación?

I: La necesidad se engancha a la identificación.

FL: La necesidad pertenece al cuerpo que a su vez pertenece a un mundo que está sometido a la necesidad, pero para que la consciencia estuviese sometida a la necesidad haría falta que la consciencia estuviese sometida al cuerpo.

Pero lo que es importante es lo siguiente, y es la tendencia que tenemos a seguir sentimientos oscuros e irracionales más que a nuestra inteligencia. 

La historia que cuento y que he contado muchas veces, pero que os voy a volver a contar, es la de ese hombre al que su banquero le da cita y el banquero le dice: “tiene usted un descubierto de mil euros porque ha firmado usted estos cuatro cheques y ahora tendría que parar”. Y el hombre dice a su banquero: “sí, de manera lógica tiene usted razón pero a mí, a nivel de sentimiento, me apego a la certeza de que todavía me quedan tres mil euros en mi cuenta y tengo la intención de ir a la plaza Cataluña y comprarme ropa bonita para el invierno”.

Hay que aplastar los sentimientos irracionales y asentarse firmemente en la razón, y es por eso que en la tradición hindú hay esas imágenes de Shiva que danza y pisa la ignorancia.

(Pasaje extraído del Encuentro de Julio de 2012. Disponible en “Descargas”)

¿Se puede trabajar con las emociones?




Interlocutor: Es una pregunta relacionada con la emociones, en concreto, con la ira. Suele ocurrir que se presente de pronto y que se pierda el control. Cuando se ha hecho un trabajo con las emociones, en medio de la escena  puedes verte como un actor que, por una parte, está absolutamente tranquilo observando la situación y, por otra, está interpretando la escena, está actuando, está enfadado. Pero curiosamente tampoco puedo controlar el seguir invadido por la ira. ¿Hay alguna forma en que se puede trabajar, en este caso, con las emociones?

Francis Lucille: Si uno ha empezado ya a enfadarse, el tren ya ha dejado la estación. Lo que podríamos hacer es cortar la electricidad, el motor ya no gira más pero el tren continúa con una cierta inercia y va a acabar por pararse. 

Uno puede darse cuenta del momento en que se observa enfadado y eso corta la electricidad, pero ya hay mucho invertido en el cuerpo: todas las descargas de adrenalina y demás; y el tren ya está en marcha. Son mecanismos naturales. 

Y también no hay que ocultarse que hay un cierto placer en estar encolerizado: "les voy a enseñar cómo soy yo". 

Realmente lo que va a cambiar las cosas es no montar en el tren y permanecer en la estación. 

La ira, la cólera proviene siempre de una frustración que está ligada al "yo". La ira proviene de una sorpresa, nos esperábamos otra cosa; proviene de una expectativa. Nos esperábamos algo y después nos frustramos: "esperaba que te comportases de una manera distinta". Bien tú o bien Dios, pero siempre el otro. Y eso ocurre porque está "yo" y está el "otro". 

Así que la fuente, el origen de la cólera, es siempre "yo" y el "otro", la separación. 

No sirve para nada intentar controlar la ira o intentar tomar medidas para eliminarla. Si uno ve claramente que la fuente de la ira es esa división entre "yo" y el "otro", basta con investigar, con preguntarse acerca de la verdadera naturaleza de esa división entre "yo" y el "otro". 

Llegado un cierto momento deviene claro que no hay tal división y, en ese momento, se habrá eliminado de raíz la ira. La ira o el enfado personal, aunque hay todavía lugar para la indignación. Porque, en este sentido, la indignación es una ira o cólera impersonal, divina. Pero la ira personal ya no tiene sentido, puede que permanezca un cierto tiempo como un hábito…


(Pasaje del Encuentro de Enero de 2012. Disponible en "Descargas")