Disfrute con apego



Interlocutor: ¿Cuál es la diferencia entre estar apegado a un objeto y disfrutar de él?

Francis Lucille: La diferencia estriba en que si tú piensas que el objeto está separado de ti, o del resto de la realidad, no puedes disfrutarlo realmente, porque este disfrute está contaminado por el sufrimiento.

Por ejemplo, si estás enamorada de alguien, pero lo ves como a un objeto separado del resto de la realidad, entonces puede suceder que algún día él desaparezca, puede morir, puede dejar de amarte, y todo esto ya es suficiente para estropear tu disfrute.

De manera que nunca puedes lograr un verdadero goce por medio de un objeto, porque el objeto es impermanente. Podríamos llamar a esto “disfrute con apego”, porque creemos que el objeto es el origen de la felicidad que obtenemos por medio de él. 

Como consecuencia, quedamos apegado al objeto, porque lo vemos como el origen de esa felicidad. Y además, con este apego surge el miedo de que el objeto pueda desaparecer, o podamos perderlo. Esto es “disfrute con apego”, lo que significa que no hay verdadero disfrute.

Mientras que si comprendo que en realidad no hay objetos. Que el objeto que aparentemente me aporta placer o felicidad es, de hecho, simplemente una expresión de esta presencia que está en todas partes, incluyéndome a mí. Que esta presencia es, ahora mismo, yo; lo que soy yo al nivel más profundo. Que es siempre la misma y al mismo tiempo es siempre nueva. Entonces, ya no permanezco apegado por más tiempo a la manifestación como tal objeto, sino que me aferro a la presencia que es el origen del objeto y que nunca me abandonará. 

De este modo, la felicidad que tengo no se puede malograr, porque no hay miedo en ella; y aunque el objeto desaparezca no lo lamentaré, porque lo que realmente amo es esa presencia eterna que, instante tras instante, va a darme lo que verdaderamente necesito para ser completamente feliz, estar contento, pleno, satisfecho. Ésta es la diferencia.


(Pasaje del libro "Flores del Silencio).

Compasión y sufrimiento





Interlocutor: Leí el libro de alguien que había conocido el despertar y afirmaba que había dejado a su mujer y que había experimentado sufrimiento, un sentimiento de tristeza. ¿Podríamos decir que hay un sufrimiento impersonal en el sentido de que alguien ha causado sufrimiento a otro? Es algo que va más allá de la indignación. Así que ahí habría una especie de apego en la libertad. 

Francis Lucille: No conozco a esa persona y no puedo hacer ningún comentario sobre ese caso particular. 

Puede haber compasión pero no sufrimiento. Compasión quiere decir que sentimos el sufrimiento del otro, que experimentamos su sufrimiento en nuestro cuerpo pero, al mismo tiempo, estamos libres de ese sufrimiento porque está constituido de sensaciones pasajeras que nos atraviesan.

Si la decisión que se tomó en ese caso, provenía de la sabiduría y era impersonal, quiere decir que, aquél que la tomó, sabe que era la mejor cosa que se podía hacer. Entonces no hay remordimiento alguno y no hay sufrimiento. 

Habría sufrimiento si se permaneciera en la relación, porque permanecer en la relación habría sido pecar contra el amor, la verdad y la belleza. Ya la decisión de acabar con la relación era justa y apropiada y, al mismo tiempo, ética y estética. No puede haber sufrimiento cuando se sabe que la acción era justa. 

Es la misma situación de un cirujano que ve que su paciente experimenta dolor cuando le acaba de operar de un tumor y al que ha salvado la vida. El cirujano no sufre porque  sabe que ha hecho lo que debía; puede haber compasión por el dolor de su paciente y prescribirle analgésicos pero, en lo que respecta a su decisión, no hay sufrimiento alguno.

(Extraído del Encuentro de Enero del 2014. Disponible en “Descargas”)

Ir más allá de la ausencia de objetos




Pregunta: ¿Cuál es nuestra verdadera naturaleza?

Francis Lucille: No es un objeto. No es algo que pueda ser percibido por los cinco sentidos o que pueda ser concebido a través de la mente. Nuestra naturaleza falsa es siempre algún tipo de objeto. El cuerpo, por ejemplo, es un objeto. Es una colección de percepciones, sensaciones y conceptos de lo que nuestro cuerpo es. La mente es un objeto también. Sin embargo, nuestra verdadera naturaleza no es un objeto. 

Es muy difícil hablar sobre ello porque las palabras y la estructura del lenguaje están diseñadas para referirse a objetos. No tenemos palabras para hablar de algo que es no-objetivo. Tenemos que usar metáforas o negaciones a tal efecto. Así que decimos que no somos nuestro cuerpo, no somos nuestra mente. Y aún así, somos. Nuestra existencia es algo de lo que estamos absolutamente ciertos. Todo lo demás podría ser un espejismo, una ilusión, un sueño. Incluso si este fuera el caso, aún no tendríamos dudas de que existimos.

Nuestra verdadera naturaleza es elusiva. No podemos verla, tocarla, concebirla o alcanzarla. Por otro lado, es lo único de cuya existencia podemos estar seguros. Pensar sobre ello de esta forma, decir lo que no es, inconscientemente nos orienta hacia nuestro origen atemporal. Nos situamos a su alcance. Eso es todo lo que podemos hacer, estar abiertos a ello. No podemos hacer que se revele. Se revela a sí misma a su propia discreción como la verdad, belleza, amor e inmortalidad. 

Pregunta: ¿Quieres decir que no se revela en algunas situaciones, como las no bellas? ¿Por qué no se revela todo el tiempo?

Francis Lucille: Puede que se revele todo el tiempo y estemos mirando para otro lado. Muy a menudo el mejor lugar para ocultar un objeto es ponerlo a plena vista. Nuestro verdadero yo, tan cercano y tan luminoso que no se puede ver con los ojos, tiene su escondite en la inmediatez del ahora.

Nos gustaría verlo todo el tiempo, como un objeto delante de nosotros, pero es imposible, porque los objetos vienen y van, nacen y mueren. Su belleza yace en no ser un objeto. Si fuera un objeto podríamos perderlo y lo perderíamos. Ya que es lo que somos, no podemos perderlo. Lo que nos impide verlo, serlo conscientemente, es nuestro deseo de verlo como un objeto. Esta actitud es lo que podemos llamar “mirar en la dirección equivocada”. 

La inconsciencia es un unicornio (sub. español)



La inconsciencia es un unicornio. Vídeo con subtítulos en español

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Francis explica la aparente paradoja que se da entre las parejas de opuestos. La razón de ello reside en que las parejas de opuestos pertenecen únicamente al nivel de la dualidad, al nivel de la ilusión.

La sabiduría no tiene opuesto.
La verdad no tiene opuesto.
La realidad no tiene opuesto.