¿No es la mente lo mismo que Maya?


Pregunta: ¿No es la mente lo mismo que Maya? Ambos son misteriosos poderes del Ser (Self) que pueden ser considerados como un velo o como un espejo defectuoso, que al mismo tiempo que muestran y reflejan la Realidad la esconden o distorsionan. Así el Ser único aparece como muchos, comenzado por la triada Dios, alma y mundo. Todas las divisiones, el tiempo y el devenir residen también en la mente. En cierto sentido la mente parece ser todo, el locus de la ignorancia y también, en ella o a través de ella, de la iluminación. Si esto es así, la mente es una herramienta para ser usada al máximo de su capacidad en el camino al conocimiento, a la Verdad. ¿No es este el primer requisito para que pueda ser, eventualmente, transcendida? (Dejando a un lado las virtudes y la fe, por no hablar de la Gracia).
Francis Lucille: La mente humana no es lo mismo que Maya, dado que Maya es universal y la mente es personal: bajo circunstancias normales, tu mente humana no tiene acceso a otras mentes. Maya es el poder del Ser (Self) que crea el mundo y las mentes individuales. No se puede decir que Maya distorsiona la realidad más de lo que puede decirse que la película distorsiona la pantalla en la que es proyectada. Los objetos en la película son muchos, una sola pantalla les da soporte.

¿Qué es la gracia?




Pregunta: ¿Qué es la gracia?

Francis Lucille: Es aquello que no proviene de un objeto. Es lo que viene en el momento, del momento, fresco desde la fuente. Como todo viene de la fuente, en última instancia todo es gracia.

Pregunta: ¿Se aplica eso a la experiencia ordinaria? ¿Podemos decir realmente que todo es gracia?

Francis Lucille: Sí. Para el que vive en ignorancia, nada es gracia; para el que está en el camino, algunas cosas y algunos acontecimientos son gracia. Pero no deberíamos quedarnos ahí. El primer paso, como acabo de explicar, es entender intelectualmente que en última instancia todo es gracia.

El segundo paso es abandonar esta comprensión intelectual y simplemente abrirse a la posibilidad de que todo sea gracia. Entonces todo resultará ser gracia.

Dios ve a Dios en todas partes




Pregunta: ¿es posible ver a los otros como si fueran Dios y verte a ti mismo en esa otra persona como Dios?

Francis Lucille: Al usar la palabra Dios queremos decir lo divino, la consciencia. No nos referimos a un Dios personal o a un ser con una existencia separada. 

La palabra “Dios” ha sido tan utilizada que es difícil entenderla sin asociarla con ideas previas. Cuando alguien le citó a Voltaire las escrituras: “Dios nos ha creado a imagen suya”; replicó: “¡y viceversa!” 

Un Dios que es como nosotros no es el Dios real, es un Dios personal. Es una proyección de nuestra creencia en la separación, una proyección del ego.

¿Qué es el amor?




Pregunta: ¿Qué es el amor?

Francis Lucille. El amor es aquello que lo incluye todo. Aquello que nunca está separado de nada. El amor es la madre de todas las cosas. El amor no es algo que sucede entre dos individuos separados. El amor es la experiencia de la ausencia de separación entre lo que parecen ser dos individuos separados. Es el reconocimiento de nuestra unidad fundamental.

Ahora mismo, si miramos hacia fuera, parece que somos seres humanos separados. Eso es lo que vemos cuando miramos a través del ojo de la mente. Pero cuando miramos hacia dentro, hacia lo que verdaderamente somos en el centro, esta consciencia..., ahí somos una única consciencia, todos somos uno. Eso nos está mirando a través del ojo del amor. Si miramos a los dedos de la mano, están separados; pero si miramos a la mano, son uno.

El amor no impone nada. Es como el aire; no nos impide movernos, pero sin él moriríamos.

El amor es siempre libertad. El amor que impone límites, que es posesivo, no es amor. Es una caricatura.

Proyectar una persona en un cuerpo humano




Pregunta: Mi pregunta se refiere a la observación y a los pensamientos que surgen. Por ejemplo, yendo en el metro uno nota que hay una observación neutral, puramente hecha de sensación o percepción externa. Es algo tranquilo e inocente. Hay pasajeros de todo tipo, con vestimentas de todos los colores y es fácil que la atención se centre en una persona en particular e inmediatamente surgen pensamientos, sensaciones y emociones debido a la asociación de ideas. La mente se vuelve confusa y descentrada. ¿Hay alguna manera de que esto no ocurra? No es fácil.

Francis Lucille: Un centro que puede perderse no es el centro adecuado; es un centro artificial. Un centro artificial puede ser útil en la vía progresiva en tanto que técnica como paso intermedio entre el falso centro de identificación con el cuerpo-mente y nuestro centro real. Como si viajamos desde Los Ángeles a Barcelona y hacemos una escala en París. Puede ser una escala intermedia cuya función es liberarnos de la atracción de los hábitos de ser una persona separada pero, no es nuestro centro real; está más cercano, es más similar a nuestro centro real. Y entonces, desde ahí, de alguna manera podemos ser invitados más fácilmente a nuestro verdadero centro.

Un centro artificial y temporal puede ser aquel en el que nos aseguramos de que la mente jamás permanece focalizada en algo; pero para que esto suceda hay un esfuerzo, hay una práctica y no es nuestro centro real; no podemos permanecer ahí para siempre. 

El pensamiento de Dios




El próximo pensamiento es el pensamiento de Dios

(meditación guiada)


Sólo hay una Realidad.

Esto quiere decir que aquello que está oyendo estas palabras y las palabras que son oídas, aquello que ve y lo que es visto, aquello que piensa y el pensamiento, son Uno. El pensador y el pensamiento, el que ve y lo visto, el que oye y lo oído son nombres que se refieren a esta única Realidad.

Para esta Realidad no hay muerte y no hay problemas.

Los aparentes problemas son olas a través de las cuales esta Realidad se expresa a sí misma, y de la misma manera la solución de estos problemas son también olas a través de las que esta Realidad disfruta de sí misma.

No consideres esta verdad simplemente como un concepto, porque ningún concepto es verdad; vete más allá del concepto. Date cuenta, o al menos ábrete a la posibilidad, de que ahora mismo es verdad que: aquello que oye y lo oído son Uno.

Aquello que oye y lo que habla son Uno. Aquello que oye es el propio oír (la acción de oír) hablándose a sí mismo.

La indiferencia benevolente




Pregunta: ¿Puedes hablar acerca de eso que mencionas a menudo como el “acoger benevolente”? 

Francis Lucille: Es más bien la “indiferencia benevolente”.

Aquello que somos profundamente es aquello que escucha estas palabras en este mismo momento: la consciencia.

La consciencia es benevolente en el sentido de que acoge todo aquello que se presenta a ella. La consciencia no dice jamás no. Y cuando rechazamos el presente, éste no puede dejar de presentarse porque en ese momento mismo es acogido en y por la consciencia.

Así que la consciencia es un sí total a todas las cosas, a todo lo que se presenta y, es en ese sentido que es benevolente, porque no dice no, sino que acoge. Pero también en ese sentido es indiferente porque no tiene preferencia alguna, acoge todas las cosas de la misma manera.